¿Es realmente tan buena la literatura clásica?

El término clásico es uno de esos elementos que al mismo tiempo atraen seguidores y alejan curiosos. Para los que se interesan realmente en la literatura, lo clásico representa ese legado de grandes maestros y, aunque se entienda como un elemento de cierta complejidad o nivel, siempre se busca conocer ese mundo clásico, que nos acerca a autores “inmortales”. Para los curiosos, la literatura clásica puede sonar como algo académico y aburrido.

Es conveniente recalcar entonces, que la literatura clásica encierra no solo buenas obras, sino que también es un reflejo de fases o momentos de la historia del mundo, regalándonos cultura general y conocimiento de lo que ha ocurrido en los últimos siglos o milenios. 

La literatura clásica es todo menos aburrida

Justamente una de las ventajas de esta literatura es que mezcla historias tan creativas como Las Mil y una Noches, donde una doncella evita la muerte gracias a que logra entretener a quien podría asesinarla con historias que se entretejen unas con otras, pasando por Alí Babá y sus cuarenta ladrones hasta Simbad el Marino, hasta historias como 1984, de Orwell, donde nos muestra una sociedad distópica con un “Gran Hermano”, que representa a un poderoso gobierno y ejerce todo tipo de controles en una dictadura férrea que alcanza la psique de la gente. 

Recordemos que para que una obra de arte pase a considerarse clásica, tiene que perdurar su valor en el tiempo o considerarse representativo de cierto estilo, una especie de referente de estilo o época, de ahí podemos deducir que la literatura clásica siempre encierra algo interesante para el lector. Solo debemos dar con la literatura clásica que se adapte a nuestros gustos.

Un valor más allá de la lectura

La literatura clásica es tan valiosa que algunas personas atesoran una biblioteca de libros clásicos como reflejo de buen gusto, algo así como un elemento más de diseño de interiores. Sin embargo, el mayor valor de la literatura clásica fuera de la lectura inmediata, es tenerlos en tu biblioteca pendientes para leer. En este caso, brindan al buen lector la seguridad de contar con un buen libro, para quien tiene hambre de lectura, esto es tener la alacena llena de buena y exquisita comida.

El redescubrimiento como máxima satisfacción

Cualquier libro que leamos por segunda vez, si hemos dejado pasar algún tiempo (y otros libros) antes de releerlo, nos regala un redescubrimiento que nos permite apreciarlo con nuevos ojos y entendimiento, este redescubrimiento con los clásicos nos acerca a momentos históricos, a elementos de trasfondo, incluso analogías que no hemos detectado en una primera lectura, algo que enriquece mucho más la lectura. 

Los Viajes de Gulliver, La Divina Comedia o el Decamerón de Boccaccio, son solo algunas de las obras cuya relectura nos puede regalar un disfrute aún mayor a la primera lectura de los mismos.

Para todo caso, la literatura clásica es realmente interesante y además de cultura general, puede representar un viaje a esos mundos que genios de la pluma lograron captar y recrear en sus historias.